Close Please enter your Username and Password
Reset Password
If you've forgotten your password, you can enter your email address below. An email will then be sent with a link to set up a new password.
Cancel
Reset Link Sent
Password reset link sent to
Check your email and enter the confirmation code:
Don't see the email?
  • Resend Confirmation Link
  • Start Over
Close
If you have any questions, please contact Customer Service


Wilmer1981 42M
1 posts
6/10/2010 5:16 am
COSMOLOGÍA

Resumen: Si nuestra cosmología ya no es mítica, ya he dicho que sigue siendo religiosa, pues yo al menos no creo absolutamente nada de lo que dice la física sobre el universo.
He intentado iniciar la mía, en la serie de escritos que titulé Dios, energía total, advirtiendo que ni yo mismo la daba por cierta, sino por algo parecida a la realidad.

Publicación enviada por Rafael Gonzalo Jiménez

Si nuestra cosmología ya no es mítica, ya he dicho que sigue siendo religiosa, pues yo al menos no creo absolutamente nada de lo que dice la física sobre el universo.



He intentado iniciar la mía, en la serie de escritos que titulé Dios, energía total, advirtiendo que ni yo mismo la daba por cierta, sino por algo parecida a la realidad.



Por eso este escrito ilustra sobre lo fácil que es inventar cosmologías míticas, por religiosas: por creencias que se elevan a científicas. Pero, efectivamente, saber lo sucedido en el universo, y lo que sucederá, no es tarea fácil. De ahí que siga teniendo vigencia el mito, que es invento, religioso (sacerdotes) o científico (físicos).

La religión, invento neolítico



VIII. - Cosmología



El universo es concebido, en todas estas civilizaciones, por analogía con lo humano, con nacimiento y muerte de dioses y diosas; pero partiendo de una pareja primigenia, o de un solo progenitor o progenitora.



En Egipto los creadores surgieron de un caos acuático, y después engendraron multitud de divinidades, todas personificando el cosmos en sus diversas partes o aspectos. La vida surgió de un abismo primordial llamado Nun, y desde entonces el sol ha seguido renaciendo de las aguas subterráneas cada mañana, igual que de ellas salía la inundación anual del Nilo, identificado con Osiris, del que dependía la vegetación de Egipto. El creador del mundo es conocido con diversos nombres en cada centro de culto: Atum-Re en Heliópolis, Ptah en Menfis, Toth en Hermópolis, Khnum en Elefantina, etc. , aunque cada uno podía subordinarse a otros en otro lugar

Una misma raíz lingüística relaciona el cielo, las nubes y la lluvia, con sus personificaciones principales en el Creador y en sus manifestaciones de la naturaleza, como el rayo o el trueno. El dios-halcón Horus era divinidad celeste con capacidad creadora, después adquirió significado solar, y finalmente un papel osiriano.



En la teología de Menfis Ptah era anterior al dios solar Atum, todo lo que existe procedía de él, y pensando como corazón, y mandando como lengua, fabricó con su torno de alfarero un huevo, dentro del que estaba la Tierra, que a veces modela como si fuese una estatua. Después descansó, por lo que de nuevo advertimos influencia egipcia en la Bíblia, pues Ptah también crea de la nada.

En conjunto el pueblo egipcio creyó más bien en Atum, el sol, y Amon-Re, el viento; encarnados en el faraón. El sol se representaba volando como un halcón, como escarabajo que iba empujando la bola del sol durante el día, o como anciano que caminaba vacilante por la noche, hasta ocultarse por el oeste. La Tierra se representaba rodeada de montañas, sobre las que se apoyaba el cielo, personificado en la diosa Nut. Debajo estaba el gran abismo, del que el dios solar salía cada mañana como al comienzo de la creación, cuando surgió como primogénito de Nun. Hasta que Shu, dios del aire y padre de Nut, se puso en pie sobre la Tierra y levantó a su hija con los brazos, el cielo y la Tierra no estaban separados. A su vez la bóveda celeste se representaba como una enorme vaca sostenida por los dioses, con el vientre sembrado de estrellas. Debajo de ella estaba la Vía Láctea, cruzada todos los días por el barco del sol.



Atum llegó a ser supremo en Heliópolis, con el faraón como hijo de Re. La Casa del Obelisco, en el templo, se creía fundada sobre la primitiva colina de arena en la que Atum se apareció. En consecuencia era centro de Shu (el aire), Tefnut (la humedad), Geb (la Tierra), Nut (el Cielo), con Osiris e Isis, Set y Nefitis como hijos de Geb y Nut. En torno a Atum-Re se creó una mitología muy complicada en época de las Pirámides.

El símbolo cosmológico del valle del Nilo era los Dos Países, con el faraón como mediador entre dioses y súbditos. Era así el dios por cuya acción todo vivía, se movía y existía en el valle del Nilo, consubstancial con su padre celestial Atum-Re. El universo era considerado como una monarquía, con los faraones como sus reyes. Y esto puede ser considerado antecedente del monoteísmo judío, ya que el Yahweh de Moisés fue Atum-Re.



En Hermópolis una Colina Primordial apareció al comienzo de los tiempos, como una isla de llamas en medio de las aguas primitivas, con ocho dioses y diosas personificando el caos amorfo anterior a la creación: Nun, las aguas primitivas; su consorte Nunet, extensión del cielo por encima del abismo; Huh y Huker, expansiones imperceptibes del caos amorfo; Kuk y Kuket, tinieblas y obscuridad; Amon yAmonet, aspectos intangibles del caos también. A la cabeza estaba Thoth, que en forma de ibis puso un huevo sobre las aguas del Nun, del que nació el Dios Sol; que a veces se le hace nacer de una flor de loto. Thoth era autoengendrado, personificación de la inteligencia, omnisciencia y omnipotencia, creando también por las palabras de su voz. En el reino Nuevo Amon se convirtió en cabeza del panteón, asociado con el Re de Heliópolis, y con culto en Tebas. Sus antiguas relaciones con la luna le hicieron contador del tiempo y creador de los números.

Durante el Reino Nuevo Tebas fue la más importante ciudad sagrada, ya que el “ojo de Re” absorbió las cosmogonías de Menfis, Heliópolis y Hermópolis, al hacer de Amon el cuerpo de Ptah y la cara de Re. En Egipto nunca hubo monoteísmo, excepto durante el breve reinado de Ejnaton, con Aton como dios único.



En Elefantina y Filae Khnun fue el hacedor del cielo, la Tierra, el infierno, el agua y las montañas, y fabricó al hombre con barro mediante un torno de alfarero, nuevo antecedente del bíblico Adan. Levantó el cielo sobre sus cuatro pilares, y creó el Nilo. Su símbolo era un carnero, alma viviente de Re; aunque a veces se le representaba con cabeza de halcón, para identificarlo con Horus. A veces se la llamaba Khnun-Re, y el faraón era equiparado con Khnun como dios constructor.



Desde Heliópolis la teología solar se extendió por todo Egipto, y cada dios local se identificó en alguna manera con el solar, con los templos aceptando la liturgia de Heliópolis.



En Mesopotamia también se divinizó a la naturaleza, con Anu como dios del Cielo, dios supremo desde Gudea en Lagash. Según la historia babilónica de la creación (Enuma elish) Apsu, las aguas dulces del abismo, y su consorte Tiamat, las aguas saladas del océnao, tuvieron a Mummu, el barro y las nubes, del que surgió la vida. De Apsu y Tiamat nacieron también Anshar y Kishar, de los que nació Anu: que se fue a vivir al tercer cielo, y engendró a Nudimmut o Ea (Enki), dios de las aguas dulces y la sabiduría, así como Enki era el señor de la Tierra.



La tumultuosa conducta de estos dioses molestó a sus progenitores, por lo que quisieron destruirlos. Tiamat se negó, y Ea o Enki rodeó a Apsu con un círculo mágico, que le dejó sin fuerzas, matándole y aprisionando a Mummu. Ea quedó entonces como divinidad suprema, y tuvo a Marduk, el más sabio y omnipotente de los dioses.



Cuando Marduk llegó a la mayoría de edad se produjeron nuevos disturbios, y Tiamat puso al mando de los dioses a su nuevo marido, Kingu, confiándole la Tabla de los Destinos. Pero fue Marduk el encargado de vencer a Tiamat, convirtiéndose en cabeza del panteón, invencible, por lo que venció a Kingu, decapitó y partió en dos a Tiamat, formando el cielo con una mitad, e instalando a Anu, Ea y Enlil en el firmamento superior, colocando las constelaciones, regulando las fases de la luna, etc.

Ea creó un hombre con la sangre de Kingu, y Marduk dividió a los dioses en celestes e inferiores, colocando a 300 de éstos como protectores de la Tierra, asignándoles a cada uno un sector. Los dioses, liberados del deber de trabajar, construyeron el Esagila, templo de Babilonia en honor de Marduk.



En los mitos sumerios se alude a la diosa Nammu, el océano primordial, que hizo nacer el cielo y la Tierra, unidos como una enorme montaña, hasta que fueron separados por Enlil, dios del aire. Anu se hizo cargo del cielo, y Enlil de la Tierra, identificada como Nunmah o Ninhursaga. Nana, dios de la luna, hijo de Enlil, creó el día, y de acuerdo con Ea, dios del agua, prodijo la vida vegetal y animal. Lahar, dios de los ganados, y Ashnan, dios de los cereales, produjeron ganado y cereales en abundancia, para que los dioses (Anunnaki) tuvieran alimento y vestido. Los hombres fueron creados para cuidar los ganados y pertenencias de los dioses. Nunmah hizo del barro (Apsu) seis tipos humanos, dos de ellos asexuados. (Vean que el Génesis es un libro mitológico más, creando a Adán de barro). Después Enki intentó fabricar hombres de barro, pero no podían hablar, comer ni andar.



En la cosmología mesopotámica la monarquía procedía del cielo, con Babilonia como ombligo del mundo. Hammurabi recibió la orden divina de hacer justicia. Antes de Babilonia su capital fue Nipur, y a mediados del III milenio a. C. Lugal-zaggisi se coronó rey, recibiendo su autoridad de Enlil. De hecho los gobernantes de Ur, Kish y Lagash habían tenido atribuciones parecidas, ya que alegaban soberanía universal desde el Golfo Pérsico al Mediterráneo.

En el poema acadio Enuma elish Marduk es el señor de los dioses y Babilonia ombligo del mundo.



En el I milenio a. C. Asiria conquistó Mesopotamia, y Marduk fue substituido por Ashur.



Tammud desapareció en el mito cultual hitita, provocando una gran sequía que devastó la Tierra.



En los textos de Ras Shamra El es un ser supremo que habita un paraíso cósmico, con el monte Casio como lugar de encuentro de las aguas del firmamento superior e inferior, y residencia de El.



Baal reinaba también en una elevada montaña del norte, como excelso Señor de la Tierra. En su palacio instaló un enrejado, para que a través de él lloviera en la Tierra. Y tras vencer, se instaló en el trono de El. Rejuveneció la vegetación, conservó las estaciones, y venció también a Mot, dios de los cereales.



En Israel Yahweh se convirtió en el unificador de todas las tribus hebreas, pero el Yahweh de Moisés (Atum) no fue el de Abrahan, dios del desierto. Le hicieron dios único del pueblo escogido, creador de lo visible e invisible. Entablaba combates con otras divinidades para derrotarlas, y asignaba sus cursos al sol, la luna y las constelaciones. Hay relatos de la creación en que no se distingue de ningún otro dios neolítico, pero no bíblicos, si bien citados en la Bíblia (el segundo Isaías). Y los dioses a los que vence siempre serpientes, o acuáticos. En el libro de Job se le describe como un dragón cósmico, que echa fuego y humo por las narices, invulnerable a las espadas, lanzas y flechas. Era un ser diabólico de muchas cabezas, como Lotán, relaciondo con el abismo primordial, contra el que Yahweh estaba en lucha; y su victoria se interpretó después como prefiguración de la liberación de Egipto. En la mitología antigua fue sólo vencedor de dragones, que simbolizaban las aguas, por lo que cuando eran despedazados el caos se convertía en cosmos. Entonces es cuando Yahweh dividía los mares y hacía correr grandes ríos; convertía las aguas destructoras en lluvias vivificantes, pozos, o fuentes; y estableció el ritmo de las estaciones. El cielo era su trono, y la Tierra su escabel. Las nubes eran su carro, y los vientos sus mensajeros. Yahweh fue entronizado en el firmamento superior, o cielo en forma de cúpula, que quedaba apoyado sobre la circunferencia de la Tierra con los pilares y las bases de las montañas, cimentados en el abismo (Tehôm). Desde esta suprema posición tocaba las montañas, para hacerlas estallar en erupciones volcánicas, que hacían temblar sísmicamente a la Tierra. Andaba sobre las alas de los vientos, sus esclavos, etc.



Yahweh es, pues, una interpretación monoteísta de la victoria sobre las fuerzas hostiles del caos, por lo que es un dios más neolítico.



El relato bíblico de la creación fue compilado por sacerdotes a mediados del s. V a. C. , utilizando el citado poema babilónico Enuma elish como base de la narración, al menos en cuanto conflicto entre la vida y la muerte, el caos y el orden. Es evidente que subyacen los antiguos mitos y la antigua concepción del universo mesopotámico, aunque en hebreo. También el monoteísmo yavista, que transforma el firmamento en espíritu de dios. No se mencionan las batallas entre Yahweh y Rahab o Leviatán, pero la mítica victoria de Yahweh sobre ellos es la que hace caer lluvia sobre la tierra desde el océano celeste, o brotar fuentes y ríos desde el abismo inferior, haciendo fértil el suelo recién formado. Apareció entonces la vegetación, seguida por aves, animales terrestres, peces y reptiles, hasta que se crea al hombre, de barro, a imagen y semejanza de dios, con dominio sobre la Tierra.



Las narraciones mesopotámica y hebrea conservan el mismo orden, incluidos los seis días de actividad, y el séptimo de descanso.



Indudablemente, hay diferencias, pero porque los redactores interpretaron las fuentes de inspiración de acuerdo con una teología monoteísta, para responder a las necesidades rituales del Templo de Jerusalén.



El relato, tal como aperece en la Bíblia, es combinación de dos mitos, uno procedente de la colección yavista de documentos del reino de Judá (J), y otro de la colección elohista, del reino de Israel (E): que se distinguen por el uso de los nombres hebreos de dios, Yahweh o Elohim. Los relatos de estas dos recopilaciones no eran idénticos, pero los revisaron los editores preexílicos, adaptándolos

a las creencias de su tiempo.



No puedo ir cotejando el Génesis con documentos babilónicos, pero el Edén es indudablemente mesopotámico, y la creación del hombre también, aunque en Mesopotamia el primer hombre era divino o semidivino, y la serpiente un demonio. Adán, aunque hecho a imagen de Dios, se representa como humano, al principio inmortal. Los árboles mágicos del paraíso pálida sombra del Jardín de Dios en la montaña sagrada, donde el rey de Tiro vivía en estado y ambiente casi divinos. La prohibición de comer del árbol del bien y del mal tenía por objetivo evitar que se convirtieran en seres divinos (elohim). En el Jardín de Dios fenicio el primer hombre es el jardinero y guarda, como los ángeles custodios del árbol de la vida en el Edén.



En el mito yavista la historia del Paraíso no era fertilización de un suelo estéril. Mientras el episodio del Edén tiene inspiración mesopotámica y fenicia, los versos que inician el relato de Palestina. Los yavistas los incorporaron con características mesopotámicas, e interpretaron todo el relato de acuerdo con el monoteísmo preexílico. Conservaron muchos rasgos antropomórficos y mágicos de los mitos antiguos (fabricación del hombre de barro; mujer de la costilla), y todo este pasaje bíblico es de inspiración mesopotámica: historias de Adapa y Gilgamesh. Los detalles y la intención distintos, pero hasta Noé es el Up-Napishtim mesopotámico, como mesopotámico es el diluvio. Pero repito que en la redacción del Génesis se han expurgado, arreglado y adaptado los textos mesopotámicos y fenicios.



En Grecia los dioses olímpicos nunca trascendieron el universo ni la humanidad, pues compartían las debilidades, pasiones e intrigas humanas, comportándose como caudillos guerreros más que como deidades cósmicas y creadoras. Zeus combina las funciones de un dios de la naturaleza con las de jefe del panteón antropomórfico del Olimpo, montaña de Tesalia. En realidad en cada cumbre montañosa de estos siglos hay un Zeus local, que guardaba las nubes, y producía lluvia y tempestad. Zeus es además el Varuna hindú, por lo que yo siempre digo que la religión es invento hindú, aunque no estudie a la India dentro de las civilizaciones neolíticas.



Los dioses griegos olímpicos, ctónicos (viven bajo tierra), o acuáticos. En el fondo de este panteón tripartito estaba Cronos, dios de las cosechas en origen, convertido en señor del universo y casado con su hermana Rea, forma cretense de la Madre Tierra. Tras echar suertes Zeus domina en el cielo, Poseidón en el mar y Hades en las regiones subterráneas. La Tierra es propiedad de los tres, como moradores del Olimpo.



Esto parece una variante del mito anatólico de Kumarbi, tal como aparece en textos hurríticos, por lo que en la teogonía de Hesíodo Urano, dios del cielo y primero entre los dioses, es progenitor de Cronos y de los titanes, y por su matrimonio con Ge (Gaia), diosa de la Tierra, es padre de Zeus. Con lo que viene a ser figura correspondiente a Anu, Kumarbi y Teshub. El mito hurrita procedía de Mesopotamia, y pasó a Grecia desde Fenicia y Chipre. Hesíodo nació en Beocia, pero procedía del noroeste del Asia Menor. Cuando los elementos de origen ario, anatólico y egeo se fundieron, el sincretismo fue Zeus, que después sería eterno, fundador de la creación, etc. Los poemas pindáricos lo conciben panteista, pero en el Himno de Cleantes es monoteísta. Después vendrían influencias egipcias.



En la teogonía helénica hay también cosmología órfica, con Cronos encabezándolo todo, ya como tiempo que nunca envejece. De él nacieron el éter, el Caos y la Obscuridad; el éter fabricó un huevo, del cual nació el creador Fanis; o Protógeno, en cuanto primer nacido; Eros o Metis, en cuanto generación o luz. En el proceso de creación le ayudó la Noche, de la que tuvo a Urano y a Gaya. Por alianza con Deméter, nació Perséfore o Core, y luego Zagreo o Dionisos, con celos de Hera, la esposa de Zeus. La humanidad nació de las cenizas de un rayo de Zeus. Atenea salvó el corazón de Zagreo, se lo dio a Zeus, quien se lo tragó para volver a engendrarlo, contrayendo alianza con Semele, diosa frigia de la Tierra. Este segundo Zagreo es el que fue Dionisos, y la raza humana fue en parte divina, y en parte diabólica.



En filosofía para Tales el principio universal era el agua, para Anaxímenes el aire, en cuanto ilimitado e infinito, para Heráclito el fuego. Jenófanes rechaza los dioses homéricos por ladrones, adúlteros y mentirosos, y pone en su lugar un Ser Supremo intemporal, inmutable e imperecedero, considerado unidad, provisto de inteligencia, que gobernaba todo con el poder de su intelecto. Heráclito afirmaba que este mundo es el mismo para todos, no hecho por dioses ni hombres, que existe, ha existido y existirá como fuego inagotable, que en parte se apaga, y en parte se enciende. Una corriente panteísta circula a través de la cosmologías jónica y eleática, en las que todo se reducía a una substancia única, inmanente en el orden natural. Para Parménides el ser es la unidad eterna y absoluta. Anaxágoras refiere el mundo a una causa no material, la Mente (Nous). Diógenes equipara la Mente con el aire. El dualismo espíritu-materia es orden visible de los fenómenos y mundo real de las ideas en Platón. Para Aristóteles un primer motor inmóvil fue la causa de todo: materia prima dotada de poder recibir forma; potencia y acto. Naturaleza potencialmente divina, pensamiento de Dios, suprema inteligencia. Ser Uno, distinto de la variedad, trascendente, que no le importa la existencia del universo, no siendo de su incumbencia los asuntos de este mundo. Tales y Anaxímenes creyeron que todas las cosas estaban llenas de dioses, pero todas las cosmologías intentaban partir de un principio material.